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Un fantasma recorre el estado…

Por Miguel II Hernández Madero

Un fantasma recorre Yucatán y muy pocos se han dado cuenta de ello. Recorre el estado y observa sus flagelos. No le importan el hambre que aún viven muchas comunidades o las necesidades de los ciudadanos que esperan respuestas a sus demandas.

Lo mismo pasa por los municipios grandes y pequeños, o entra y domina en oficinas, casas y dependencias,  sin importar el color de la camiseta, la bandera o la ideología, pues su influencia es tanta que incluso hace perder toda esperanza a quienes desde lejos observan y se dan cuenta de lo que pasa.

Estamos en noviembre, mes de los difuntos, de las celebraciones de Día de Muertos, de nuestro Hanal Pixán o la efeméride que se quiera tener, sin importar de dónde viene el disfraz que se ponga uno, pero es indudable que este ente descarnado no acaba de llegar, sino que se pasea desde hace algún tiempo por nuestra entidad, aunque a favor debe decirse que no todos han sucumbido frente a él.

Y mientras en otras partes parece que el país se cae a pedazos, con malogrados proyectos de izquierda, o con una derecha frustrada y un PRI que no sabe para donde jalar, aquí la situación sigue en paz. No hay violencia desatada, ni desapariciones evidentes, aunque sí se registran crímenes esporádicos, pero salpicados de saña que pudieran indicar que aquí no pasa nada, todo está tranquilo y se vive de manera extraordinaria.

Cierto. En Yucatán todo está tranquilo ahora, pero igual se veían las cosas hace un siglo, antes de que nos alcanzara la Revolución Constitucionalista y salieran a relucir prácticas arraigadas que evidenciaron que no se vivía en el paraíso que tanto se pregonaba.

Pero no nos vayamos tan lejos. Hace casi dos generaciones, en los años sesentas y setentas del siglo XX, se hablaba del oro verde, vendiéndonos la idea de que el Henequén era la riqueza peninsular y Cordemex el organismo llamado a administrar esa opulencia que se reflejaría en la entidad y sus habitantes.

La ilusión no aguantó mucho. Sí hubo ricos, funcionarios con vidas faraónicas o casi sultanes por su estilo de vida de opulencia mientras el campesino henequenero trabajaba de sol a sol para ganar unos pesos por su fibra cosechada. En los años ochentas el gobernador Víctor Cervera Pacheco inició un proceso de desincorporación de municipios en la actividad del agave y promovió programas para que los hombres de campo y sus familias se dedicaran a otra cosa.

Este proceso continuó con Víctor Manzanilla Schaffer en el poder y Dulce María Sauri realizó la liquidación incluso de Cordemex, por tratarse de una empresa que no generaba recursos y mantenía en un esquema paupérrimo a los henequeneros.

La sucesión de gobernadores desde entonces ha sido interesante. Después de Dulce María Sauri Riancho, se dieron los 18 meses de Federico Granja Ricalde, luego Víctor Cervera Pacheco asumió como Gobernador Electo, para dar paso a Patricio Patrón Laviada, quien entregó el poder a Ivonne Ortega Pacheco y después de ella inició la administración encabezada por Rolando Zapata Bello, cuyo descontento generado llevó a Mauricio Vila al poder, en una historia de proyectos buenos o malos, eso la Historia lo dirá, pero muchos de ellos impopulares.

¿En qué momento apareció este ente que recorre el estado? A algunos les espanta, a otros les seduce y quedan bajo su influjo, pero en suma es un fantasma que debe ser conjurado pues ensombrece el futuro de Yucatán. Es un fantasma que crece y devora todo.

Este fantasma es LA SOBERBIA.

Hasta la próxima…

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