Libre Expresión

(14) Los cines de antaño de la Mérida que se nos fue…

Por Sergio Grosjean Abimerhi

Los que andamos del quinto piso para arriba acumulamos nostálgicos recuerdos de épocas en las que la ir al cine era todo un acontecimiento, ya que a diferencia del presente que las redes sociales nos absorben el tiempo, en aquellos tiempos ir al cine era uno de los principales pasatiempos, y como olvidar que por aquellos tiempos las salas se ubicaban en el centro y barrios. Sin tener necesidad de remontándonos a los inicios del cine en Mérida que se dio a través del kinetoscopio, en un el 31 de marzo de 1897, un par de años después después de su exhibición en París y Nueva York, tal como consigna Gabriel Ramírez en su interesante trabajo “Los mayas y los Lumiére, quien puede dejar en el tintero al cine Cantarell, una expresión del art déco en Yucatán, y donde sentarse adelante en la planta baja significaba estar en la boca del lobo, ya que desde el 2do piso arrojaban palomitas, refrescos.

El también art-déco cine Mérida -hoy Armando Mazanero-no es ajeno a estas épocas, que junto con el Olimpia Vistarama -que antes se llamó Apolo-, el Premier, el Cinema 59 -en la calle 59-, el Fantasio en el parque hidalgo y el Rex en Santiago, que eran los de mediana categoría pues el de lujo era el cine Colón. Había otros más baratos como el San Juan, el Esmeralda y el Aladino; en este último, que fue uno de los mejores cines de la ciudad y el primero en tener una cafetería además que en su vestíbulo contaba con un gran mural del artista plástico Ermilo Torre Gamboa que por desgracia desapareció. Este cine tuvo un triste final en sus últimos años se abandonó tanto que lo habitaban palomas, murciélagos, gatos, ratas y hasta zorros, y no me lo contaron, lo viví. No podemos omitir al cine maya ubicado en la alemán, que llegó a su fin-final luego del incendio que lo consumió, tal y como el cine Cordemex. Pero sin ajearnos del centro, allá está el Cinema Stic, famoso por proyectar películas coloradas o el Cinema Renovación que fue otro que desapareció y se ubicó en la calle 61 con 54 en el local del sindicato de cordeleros de Yucatán.

No me tocó verlo pero el 17 de junio de 1900 se fundó el Circo Teatro Yucateco -calles 55, 68 57 y 70 centro-, siendo que este fantástico sitio fue referencia de la época, en el que se protagonizaron las corridas de la feria de Santiago, charreadas, banquetes, temporadas de teatro y eventos como el de Enrique Rosas, que con un equipo “Lumiere”, ofrecía funciones de cine mudo amenizados con un conjunto de cuerdas denominado el Sexteto Uranga. En una de sus temporadas, se presentó una película de cortometraje intitulada “Las aventuras del Sexteto Uranga” que resultó la primera experiencia del público yucateco al disfrutar en pantalla a personajes que conocían. La primera función que se celebró en ese sitio fue en 1902 y la realizó el empresario Beltrán Dupuy. Finalmente, se cierra en 1960 y el 7 de julio de 1961 comienza su demolición.

En 27 de junio de 1914, en el costado poniente de la plaza de Santiago se inauguró el cine “Frontera”, donde antes funcionó un hotel con el mismo nombre . A partir de 1924 se le denominó Rialto. Al norte del parque abrió sus puertas el salón Apolo, ubicado en la calle 57 por 70 y 72. Fundado el 22 de septiembre de 1915 donde además de funciones de cine se presentaban espectáculos de zarzuelas y operetas. La fachada del local estaba representada por un payaso con la boca abierta que era el acceso. En 1922 se convirtió en el cinema “Rivoli”, y años después en el cine “Rex”.

En 1916, en los bajos del palacio estuvo Salón Iris, luego Teatro Olimpia y sala independencia Allí actuaban con bastante éxito compañías de zarzuela y regionales como Hector Herrera y Pepe Talavera. Esos salones estuvieron en el local que ocupó el cine Novedades.

El primer cine que existió en el barrio de la mejorada se llamó “Venecia”-calle 57-. Fue inaugurado en 1916, y ofrecía funciones de cine mudo hasta que desapareció en 1920. En enero de 1925, Joaquín Castro Martínez inauguró a un costado del parque -donde antes existió una fábrica de jabones- el Cine Odeon, que cerró en 1926. Después, Jorge Rivas Almeida abrió en ese mismo sitio el Cine “Alcazar”. Como casi todos las salas de esa época, se amenizaba las funciones con piano y batería, y luego con orquestas. Algunas de ellas se volvieron muy famosas en la ciudad, ya que incluso amenizaban las fiestas más “chic” de la sociedad yucateca.

Por otro lado, el antiguo barrio de Santa Ana, frente al parque, alrededor del año de 1907, Arturo Moguel fundó en el barrio su primer salón cinematográfico que se ubicaba en el costado sur de la calle 47. Lo simpático del asunto, es que el cine era al aire libre y los espectadores se sentaban en bancas de madera, y ya que por aquellos tiempos el cine era mudo, las funciones eran amenizadas por el piano de D. Gustavo Monsreal. De acuerdo a Serapio Montejo Baqueiro el sitio no tuvo nombre.

Al poco tiempo, Eustaquio González y Manuel Zapata construyeron en el extremo poniente del parque un galerón rudimentario de madera y láminas que acondicionaron como cine el denominado “Salón Popular”. No mucho tiempo tuvo la fortuna el barrio de contar con dos salones, ya que Arturo Moguel cerró su negociación y adquirió el anterior citado salón, que reestructuró y dotó de algunas comodidades. El 23 de octubre 1915 se llevó a cabo la elegante función inaugural del ya remodelado cine que se denominaría “Salón Pathe”, exhibiendo la película titulada “los últimos”. En junio de 1926 se llevaron a cabo nuevas mejoras de este local, y una de ellas consistió en una terraza que era utilizada en los famosos cine-Danzing, la cual incluía templete para orquesta. Eran las postrimerías del cine mudo, y estas presentaciones eran amenizadas con el piano de Leopoldo Martínez y la batería de “Chekech” Cantillo.

Como dato curioso, años antes, específicamente en 1921, el joven yucateco Armando Bolio Ávila, vecino del rumbo, fue contratado para filmar en México películas y actuar con la célebre actriz Emma Padilla. Estando de vuelta en su terruño en 1923, acudió a una función dominical, y al enterarse el empresario de su presencia, aludió algunas palabras en su honor; situación que motivó a que gran parte del público ovacionara al joven quien se puso de pie y correspondió complacido y agradecido con una inclinación de la cabeza.

En el predio 423 de la calle 60 con 47, donde estuvo la botica de Santa Ana de Mario Cantón, fue demolida y se construyó un elegante edificio que también fue sala de cine e inaugurada el 20 de septiembre de 1919 y llamado “Salón Montejo”. Este, por su elegancia, fue el preferido no solo del suburbio, sino de todo Mérida.

Dirigiéndonos hacia el centro de la ciudad, en las confluencia de las calles 62 por 57 se encontraba el cine “Colonial”. En la segunda mitad del siglo XIX, la desaparecida y hermosa propiedad tuvo gran realce, ya que el Ilustre escritor y político Justo Sierra O´reilly la ubica en su novela “La hija del judío” como la casa de un notable caballero español con denotado relieve social y político llamado D. Alonso de la Cerda.

En los albores del siglo XX, la edificación albergó la negociación de Enrique Gil Sorribes llamada “La perla”, que funcionó una década, para ser adquirida posteriormente por Ildefonso Gómez, quién remodeló exhaustivamente el sitio para transformarlo en un bello y funcional teatro. Abrió sus puertas el 2 de noviembre de 1934 y operó con enorme éxito alrededor de una década, para luego comenzar a ofrecer también espectaculares funciones de cine. Finalmente, esta bella edificación fue transformada y albergó al cine premier, y ahora, un funcional pero horripilante estacionamiento. En el mismo centro se ubica el inmortal teatro “Peón Contreras”, que también funcionó como cine en el año de 1897.

Por otro lado, en el antiguo barrio de San Cristóbal, fundado por Francisco de Montejo, y sitio donde residieron mexicanos traídos para la campaña de la conquista de Yucatán. Este bello suburbio tuvo su primer cine a principios del siglo XX y denominado “Nordex”. Allá, solo se presentaban funciones los sábados y domingos, y lo curioso, es que los espectadores permanecían parados a menos que llevaran su propia silla. El 4 de marzo de 1920, frente al parque se instaló otra sala que se le llamó “Esmeralda”. Al principio, una parte estuvo techada y la otra a intemperie.

En la azotea había un empleado con improvisada bocina de cartón que anunciaba el programa de la función. En las presentaciones dominicales se daba cita la crema y nata del suburbio, y antes que comenzara la función, las señoritas permanecían de pie en sus lugares con vista a la entrada con la idea de fisgonear quienes llegaban.

En esa época surgió la banda esmeralda bajo la dirección de Hernán Molina, que sustituyó en el cine al conjunto musical denominado Jazz Band que dirigía el maestro pianista Ricardo Medina Domínguez.

Evidentemente, la orquesta Esmeralda fue una revelación musical en los años veintes, ya que luego amenizó los bailes de las mejores sociedades corográficas durante los carnavales. Finalizada la década de los veintes, Don Jorge Rivas Almeida inauguró el cine “Allende” en un predio de la calle 69 con 48. Su final se debió a un ciclón a principios de los treintas.

Por el rumbo de San Sebastián, en el predio ubicado al norte de la plaza sobre la calle 75, el 25 de mayo de 1900, Manuel J. Vales y su socio inauguraron funciones con un cinematográfico Lumiere. Los precios eran de veinticinco centavos por persona de pie, y 50 con asiento.

Trasladándonos al costado oriente de la plaza de San Juan en la calle 62 por 69 existió un cine llamado “San Juan”, y el que por cierto funcionó hasta hace pocas décadas.

Otras salas ya desaparecidas como las que nos señala nuestro amigo Rafael Gómez Chi; una de ellas se ubicó en el antiguo barrio de Chuburná, en un predio que hoy es ocupado por una maderería. Por aquellos ayeres, la entrada costaba 3 pesos y con derecho a una silla plegable de madera. Otro simpático cine se situaba en el rumbo de la colonia Mulsay, y lo curioso del sitio según nos narra Rafael, es que cuando fallaba la película, los espectadores arrojaban sus envases de refrescos a la pantalla para exigir su pronta reparación.

Trasladándonos a la avenida Itzaes con calle 41, había un cine llamado “Peten Itzá”, el sitio actual es ocupado por la óptica Tolosa Bates. Esperemos que algún día Jorge Tolosa Jr. nos proporcione la información prometida de esta sala.

Ya en tiempos más recientes, sobre la calle 95, hace varios años que desapareció el cine “Infantilandia”, fundado sobre los cimientos del cine “Pedro Infante”. Hoy ha sido convertido en un supermercado.

El «cinema Bosque» que no funcionó mucho tiempo se ubicó en la colonia García Ginerés y el “Cinema Mayapán” en la colonia Mayapán. Cinema “El sapito”, ubicado en la calle 47 por 40. El “Cinema el cabrillo” en la Vicente Solis. Estas tres últimas salas de cine eran propiedad del matrimonio de Doña Elda Sosa Martín y Don Manuel Ruiz Ontiveros. Interesante que al ser cines de una familia ellos junto con los hijos Juan , Pedro y Teresa operaban las cámaras filmadoras. Hubo otro llamado Cinema “La galera” ubicado en Chuminópolis

¿Y tú de cual te acuerdas?

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