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Pasadizos o subterráneos en la Mérida que se nos fue… (XVI)

Por Sergio Grosjean Abimerhi
Inmerso en una bruma de leyenda, desde tiempos inmemoriales se ha dicho que en Mérida existe un complejo sistema de túneles que comunican a varias iglesias ¿leyenda o realidad? ¿verdad o mentira? Lo cierto es que sobre los pasadizos del subsuelo de Mérida poco se puede señalar con un porcentaje de veracidad.
Lo mítico y lo legendario son sinónimo de ficticio y como su transmisión se realiza en forma oral está expuesto en gran medida a sufrir alteraciones, sin embargo, comúnmente las leyendas se originan de un hecho real y en consecuencia, tienen algo de verdad.
El supuesto pasadizo más famoso es el que dice unir al antiguo convento Concepcionista con la catedral. ¿Qué hay de cierto en ello? Ante la ausencia de pruebas contundentes y más allá de la percepción de niños que dijeron haberlos recorrido con tenues velas y avanzar unos metros, consideramos por el momento no dejan de ser leyendas que se han perpetuado hasta el presente.
Este interesantísimo tema ha sido abordado por escritores e investigadores en variadas épocas -José Castillo, 1942; Cirerol Sansores, 1943; Luís Ramírez A., 1972; Fernando Ávila, 1979; Joaquín Tamayo, 1992; Salvador Rodríguez L., 1994; Jorge Victoria y Eduardo Pérez de Heredia 1995; Juan Francisco Peón, 2003; Sergio Grosjean, 1994; Carlos Evia, 2011; Rafael Burgos Villanueva, Luis Millet, Sara Dzul, José Estrada, 2006 y Luis Alvarado entre otros-, y en especial el que más se ha señalado es el enigmático y presunto túnel que conduce del antiguo convento de monjas hacia la catedral.
A ese respecto, es de llamarnos la atención la declaración que realizó en su momento el presbítero Fernando Ávila quien aseguró que existe un subterráneo que inicia del templo expiatorio del antiguo convento concepcionista de Mérida con dirección al desaparecido convento de San Francisco el Grande atajando antes por la Catedral, y de este punto hacia el norte también conduce a la Iglesia de Tercera Orden. El mismo sacerdote aseguró que es un hecho irrefutable la existencia de estos pasadizos, aduciendo que basta simplemente con levantar la placa de piedra del subterráneo que está ubicado en el coro bajo del antiguo convento de las religiosas concepcionistas para comprobar su afirmación.
Y efectivamente, en el interior del templo específicamente en el coro bajo o sotacoro se encuentra una cripta tapada con una imponente placa de piedra careada sellada con cemento, por lo que en su momento nos fue imposible acceder a ella, y desgraciadamente no encontramos con ningún reporte de ella, a pesar de que entre los años 1979-1981 se realizaron trabajos de restauración de la iglesia, pero por desgracia, el INAH quien trabajó en su interior, no posee reporte al respecto.
De acuerdo al entonces superior de los misioneros de Cristo quienes vivían en el sitio, así como al señor Omar Buenfil -quien trabajó en coordinación con la SAHOP durante restauración del templo en la mencionada fecha-, la cripta mide 4 metros de longitud por igual cantidad de ancho, sin contar con comunicación alguna, es decir: está sellada por los cuatro lados. Es importante señalar que a pesar que esta descripción fue realizada sin óptica arqueológica, considero que son de invaluable utilidad pues son los únicos testimonios con los que contamos de esta cripta, misma que discrepa con la hipótesis del presbítero.
Sin embargo, luego de años de investigación, consideramos que no existe una sola evidencia palpable de su existencia hasta el momento túneles interconectados, pues lo único que conocemos son subterráneos que fueron utilizados como bodegas, criptas, cisternas, cárcel o banco de materiales, situación que podemos ejemplificar con la llamada “casa de los ladrillos”, la cripta del antiguo claustro de monjas así como la citada del soto coro, u otra como el antiguo centro nocturno mejor conocido como «yanaluum», que es precedido por la fotografía “Espinoza Alcalá”.
Con respecto a este último, todo parece indicar que ese subterráneo existió desde el período prehispánico, y en esa época no medía más de 20 metros, pero hace unas décadas, el señor Espinoza, artista de la lente y antiguo propietario del sitio, hizo innumerables ampliaciones, y logró consolidar un enorme galerón subterráneo “ciego”. Luego de revisarlo minuciosamente, lo único que hallamos y que realmente nos sorprendió, fue la billetera de un presunto cliente del antiguo centro nocturno que ubicamos en un pequeño nicho que parecía extenderse con dirección hacia el antiguo convento de monjas, sin embargo este no se extendió por más de unos metros. Cabe señalar que esta propiedad perteneció a coronel Pablo Antonio González, quien aparentemente convirtió este subterráneo en cárcel durante la llamada guerra de castas o guerra campesina, siendo que antes fue un adoratorio maya según asienta Ciererol Sansores en 1943.
Muchas personas, aseguran que han visto esos pasadizos, pero casualmente, todos los observaron cuando eran niños, y a esa edad, diminutos pasillos subterráneos pueden parecer infinitas galerías, pues aunado a ello, estos, entraban con una débil vela o débiles lámparas o quinqués, y posesionados por el terror a lo desconocido todo podía ser monumental.
Sin embargo, a pesar de ser una leyenda hasta ahora, existen pruebas documentales que confirman su construcción, y ejemplo de ello es la carta escrita por el capitán General de Yucatán al Virrey de la Nueva España fechada el 18 de mayo de 1690, localizada en el por el Dr. Jorge Victoria en el Archivo General de la Nación (AGN), la cual nos brinda información referente a dicha obra:
“Mui magnyfico e muy ecselentysimo señor:
De las provincias de estos reynos nynguna tan dificultossa de gobernarla como la de Yucathan, porque mas afuera los piratas y adentro las intrygas, los chismes y las malas artes de que son uso e costumbre de los yucatecos.. Dia en dia no faltan a mi mesa los anonymos en que se aniquila la honra del proximo y no puede el gobernante comprender los pleytos por que las partes dyscuten rabiosamente. Los calores me tienen, hademas, enfermo. Ruego a S. Sria. me favoresqua con un mejor empleo en cualquier otra provyncia de la Nueva españa para servir mexor a Su Magestad.
Despúes de las murayas de Campeche el yngeniero Zezera se ocupa de levantar las puertas de los camynos de esta ciudad en forma de arcos a la vera de los que salen para Campeche, la costa y pueblos del sur y oriente. Buen cyentifico Zezera esta excavando frente a los conventos francyscanos, concepcionistas, Catedral y casa de la compañia para hacer los subterráneos en donde se abrygue la población caso de entrada de piratas.”
Estas son pruebas documentales que realmente se estaban construyendo en Mérida subterráneos, pero en la carta lo que nos dice es que se estaba construyendo enfrente a los conventos, no en su interior. A pesar de haber recorrido durante largo tiempo las áreas del antiguo convento y haber entrevistado a cientos de personas no pudimos “dar” con un solo pasadizo, más que la anterior cripta del claustro y del sotacoro citado.
Escuchamos varias historias y por consiguiente recorrimos los lugares señalados por las personas pero por desgracia nunca encontramos una sola huella de la existencia de dichos subterráneos. Sin embargo, en un artículo publicado en la prensa en el año de 1939 se menciona que se encontró un subterráneo que iba con dirección de monjas hacia la catedral, pero acababa al cruzar la calle en la acera de enfrente, -o sea a unos metros del antiguo convento- y este parecía que había sido enterrado.
No obstante y en contraparte, en 1964 se abrió una zanja que cruzaba por la calle 64 con la introducción del agua potable y de acuerdo a los comentarios de nuestros apreciable amigo y maestro Salvador Rodríguez Losa, el supuesto túnel que debía cruzar por allá nunca hizo su aparición. Es así, tal y como los escritores antes mencionados tuvieron la idea de la supuesta existencia de dicho pasadizo, nuestro entrañable maestro también la tuvo, ya que a decir de el:
“ todas las mañanas pasaba a primera hora y luego por la tarde para observar las excavaciones que se hacían con motivo de la introducción de la tubería para abastecer de agua potable a la ciudad de Mérida, y esto lo hacía con la finalidad de observar si durante los trabajos se habría alguna oquedad o fisura en las paredes. La excavación fue profunda, tardada, y puedo asegurarte que los meses que duraron dichos trabajos estuve presente todos los días, -al menos a lo largo de la calle 64 por 61 y 63- y te puedo asegurar que nunca vi ni el mas ínfimo signo de que pudiera haber algún túnel por esa zona”.
De manera similar, nuestro buen amigo y cronista de la ciudad de Mérida Juan Francisco Peón Ancona también se dio a la tarea de ubicar ese subterráneo al momento que se excavaba la citada red, y la única evidencia sospechosa que pudo observar fue que a la altura del pórtico oriente de la iglesia había una pequeña excavación que concluía antes de llegar a la acera de enfrente.
Posteriormente, a finales del año de 1999 durante los trabajos realizados en las calles que circundan la plaza grande, se hicieron excavaciones hasta de 3 metros de profundidad con la finalidad de introducir diversos tipos de cables y tuberías para luego sellarlas con concreto estampado. Durante este proceso que duro aproximadamente 3 meses, realizamos recorridos en busca de alguna evidencia pero en ningún momento notamos algún rasgo o elemento que nos incline a sospechar de la existencia de alguna cavidad.
Finalmente, reo que nunca deja de existir la posibilidad de su existencia, y es así, que aprovecho la oportunidad de convocar a los ciudadanos que creen conocer algún pasadizo a que nos lo comuniquen, y de la misma manera, les propongo que un equipo de expertos acudiremos a realizar la prospección pertinente. Sergio Grosjean Abimerhi 6/01/2023

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