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Breve historia del mercado “García Rejón”, en la Mérida que se nos fue (XIX)…

Por Sergio Grosjean Abimerhi
En la intersección de las calles 60 por 65 se ubica el legendario inmueble conocido como “mercado García Rejón”, que de acuerdo al ilustre yucateco Gonzalo Cámara Zavala, ese mismo espacio fue utilizado con el objetivo de crear un mercado desde la fundación de Mérida. Su primer nombre fue “plaza de las verduras”; aunque también se le conoció durante décadas como “la placita”.
Crónicas nos señalan que este sitio estaba lleno de vida en la Mérida colonial, ya que habían puestos de comida de diversa variedad, así como venta de carnes, verduras, frutas y todo lo que la gente meridana consumía en aquellos lejanos tiempos. Diríamos que era un sitio vital para la ciudad, incluso motivo de reunión de amigos, conocidos y por supuesto comerciantes.
Originalmente, este sitio de mercadeo estaba al descubierto, y no fue hasta el siglo XVIII cuando se construyeron los primeros portales de mampostería que fueron complementados con piezas techadas. En el siglo XIX se erigieron los edificios que cerraban el mercado, siendo que estos comenzaron a ser los únicos accesos. Llegado el año de 1885, se techó con láminas de zinc todo el complejo, y ya por aquel entonces, ubicamos la primera cantina en su interior, es decir, de las más antiguas registradas en nuestra ciudad, misma que tuvo tal éxito, que a los pocos años ya eran cuatro.
En 1909 se realizaron nuevas mejoras en el sitio, y luego de ello, paulatinamente se fue deteriorando hasta que se clausuró. De acuerdo a una interesante información hallada por nuestro amigo el historiador Manuel Zavala, a finales de los 50s del siglo pasado, el gobierno del estado le donó al ayuntamiento la propiedad para que en un plazo no mayor a dos años edificara el nuevo mercado, el cual debía poseer un subterráneo para estacionamiento que mida alrededor de 2.50 m de profundidad. Sobre este, debía fabricarse el bazar de baratilleros que ocuparían los comerciantes conocidos con el mismo nombre, que tenían sus puestos ubicados sobre la calle 65, en el tramo comprendido entre las calles 56 y 60.
El techo de este piso debía poseer una sólida cimentación con la finalidad que el gobierno del estado construyese sobre este dos niveles más, y obviamente el ayuntamiento le otorgaría las respectivas escrituras de condominio. Interesante también resulta que dentro de los lineamientos se le autorizó al ayuntamiento vender el estacionamiento, pero con la condición que no fuera menor al avalúo bancario, y esta suma, podría ser aplicada al pago de la obra.
En 1960 durante gobierno de Agustín Franco Aguilar (1958-1954) y alcalde Luis Torres Mesías fueron retirados todos los cobertizos instalados en los contornos de la plaza principal, incluyendo los ubicados bajo los portales y baratilleros de la calle 65 entre 56 y 60 para trasladarlos a este sitio. El desalojo de todos estos puestos fue con beneplácito del público, ya que además que ofrecían un feo aspecto obstruían el tránsito. Por desgracia, no se consideró manufacturar una fachada adecuada ya que agrede el paisaje visual del entorno. Finalmente, el mercado fue inaugurado el 1 de febrero de 1961 y nombrado así en honor a Antonio García Rejón, , quien fue un político yucateco del siglo XIX.
Hoy el mercado, es famoso entre otros por la venta de coleópteros conocidos como “maquech”. Nos relata una simpática anécdota el médico Eduardo Urzáiz Rodríguez, que cuando el mercado estaba en boga, había un veterano conocido como Gorocica que estableció en el sitio un comercio que en esa época podría considerarse como una vacilada, pero en el presente ya es una gran industria tal y como es el agua.
Nos narra el ilustre galeno e historiador que el citado Gorocica tenía una austera mesa de pino a la que le asentaba cuatro vasos de vidrio, y debajo en el piso, acomodaba 2 cubetas de agua, siendo que el sitio lo denominaba “el manantial”, y su producto -agua- lo anunciaba de la siguiente estrofa: “Seres humanos que a la luz del día este mercado visitáis de paso, aquí hallareís agua fría de lluvia a centavo el vaso”. Sergio Grosjean Abimerhi

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