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Niñas momias de Santa Elena figuran en el recuento de restos momificados en México

Investigadores María del Carmen Lerma e Ilán Santiago Leboreiro imparten una conferencia como parte del ciclo "¡Momifíjate!" en el Museo Regional de Guanajuato

Por Martha López Huan

Las momias de 12 niñas halladas en el 1980 durante la restauración del piso de la iglesia de San Mateo, ubicada en Santa Elena, al sur de Yucatán, forman parte de la conferencia Las momias en México que impartieron María del Carmen Lerma Gómez e Ilán Santiago Leboreiro Reyna, investigadores de la Dirección de Antropología Física (DAF), como parte del ciclo «¡Momifíjate!»

«El objetivo es acercar al público al proceso de momificación y reflexionar sobre los componentes culturales que giran sobre los restos humanos, pero también identificar los lugares donde hay cuerpos de ese tipo en México», explicaron durante la ponencia presentada en el Museo Regional de Guanajuato Alhóndiga de Granaditas.

Ante decenas de invitados, informaron que los cuerpos momificados provienen de hallazgos fortuitos, como el caso de la iglesia de Santa Elena, de contextos arqueológicos, de sistemas funerarios católicos o de saqueos.

 «Lo importante es rescatar la historia de los restos, documentar, conservar y darles un trato digno», manifestó Lerma Gómez.

 El norte de México es un gran generador de información sobre el tema, como el caso de la cueva de La Candelaria, en Coahuila, explorada de 1953 a 1954, en la que se hallaron cuerpos humanos semi momificados, así como un zorro que no estaba asociado al contexto, pero cayó a la cueva y por las condiciones climáticas se momificó.

Las evidencias están en la sede de la Dirección de Antropología Física en la Ciudad de México.

Otro caso se registró en la cueva de La Ventana, en Chihuahua, investigada de 1928 a 1931, donde se rescataron cuerpos sin vida de niños y adultos. En la cueva del Gigante se hallaron restos esqueletizados y semi momificados que podrían corresponder a un rarámuri.

En Bavispe, Sonora, hay evidencia de un resto asociado a la cultura ópata y en Yécora, del mismo estado, uno vinculado a un rarámuri.

En Tamaulipas, en la cueva La Encantada se hallaron cuerpos momificados trabajados in situ por el arqueólogo Richard MacNeish (único caso en el país) y en la de Romero se localizó el más antiguo de México que data del 780 a.C.

En la cueva del Pitayo, Durango, se recuperaron dos individuos infantiles momificados.

En el Templo de Santo Domingo, en Zacatecas, se encontraron 42 entierros, de los cuales 24 estaban momificados o semi momificados.

En La Garrafa, Siltepec, Chiapas, en 1980, se ubicó un cuerpo momificado infantil femenino dentro de una cesta tejida de palma.

En Yucatán, en 1980, durante los trabajos de restauración de la iglesia de Santa Elena se hallaron 12 cuerpos momificados del siglo XIX, de los cuales se inhumaron nueve, tres están en el Centro INAH Yucatán y otros en exhibición en un museo comunitario.

En México, las más conocidas son las 117 momias de Guanajuato, procedentes del Panteón de Santa Paula.

Algunas están en el Museo de las Momias de Guanajuato y otras en el Parador Sangre de Cristo, pero Leboreiro Reyna, opina es un error para su estado de conservación tenerlas en forma vertical.

Son 22 las que aloja el Museo de las Momias de Celaya.

En Hidalgo, en el Ex Convento de San Andrés Apóstol, Epazoyucan, se ubicó el cuerpo de una mujer, de 22 a 30 años de edad, quien vivió a finales de la segunda mitad del siglo XIX y murió en labor de parto.

En el Museo Momias Hñahñus, en Caltimacán, exhibe 12 cuerpos que datan de finales del siglo XIX.

Uno de los entierros prehispánicos más antiguos de México (800 a.C.-200 d.C.), es el de la cueva de El Gallo, en Tlaltizapán, Morelos, donde se rescató un niño de 2 a 3 años, que tenía asociado un perro a sus pies.

Ese individuo es parte del acervo de la DAF en la Ciudad de México.

La «Momia tolteca» es un caso excepcional hallada en 1889, producto de un saqueo en algún lugar entre la sierra de Puebla y Oaxaca.

Un particular se la llevó a Leopoldo Batres, quien la recondujo al Museo Nacional para estudiarla, lo interesante es que la reporta como masculina y tatuada de brazos y abdomen.

Sin embargo, estudios recientes demostraron que se trata de una mujer y las imágenes de los tatuajes son escritura ñuiñe.

Hoy se muestra en el Musée du Quai Branly, en París, Francia.

La Dirección de Antropología Física cuenta con un acervo que consta de unas 100 momias mexicanas de diversas procedencias y cronologías, cada una tiene un tratamiento especial y no hay un embalaje genérico.

«Las que mencionamos en la conferencia no son todas las que encontraron en México, pero sí, de las que tenemos mayor información», concluyeron los investigadores.

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