Libre Expresión

Salvador Alvarado y las importantes deliberaciones del Primer Congreso Feminista (XIII)

Cuando en el Primer Congreso Feminista celebrado en 1916 bajo el auspicio del Gral. Salvador Alvarado entraron al tema de la educación, las congresistas se dividieron en moderadas y radicales. Las primeras apoyaron las argumentaciones de Consuelo Zavala de no realizar cambios drásticos en la instrucción primaria. 

Las radicales, por su parte, querían la educación racionalista, propuesta por el General en los Congresos Pedagógicos. 

Fundamentada en la educación anticlerical, tenía como principio el estudio de la naturaleza, ideas planteadas por el español Francisco Ferrer en su «escuela moderna». Se impuso la opinión de la maestra Zavala y las damas moderadas. 

Para Alvarado y la historia del movimiento feminista resultó decepcionante que infinidad de damitas se opusieran al cuarto punto tratado en el Congreso: la admisión de la mujer a la vida política del país. Para don Salvador esto era muy importante, en primer lugar porque consideraba que las mujeres yucatecas deseaban participar en política y, en segundo, porque como aspiraba a la presidencia de la República, quería contar con la fuerza del voto femenino.

La probable inclusión de la mujer en la política produjo discusiones muy fuertes. La radical Francisca Ascanio, por ejemplo, planteó: «¿Por qué no hemos de poder votar, acaso los hombres pueden todo por su ilustración y cultura? Añadió: «No todos ellos tienen el criterio de muchas de nosotras». Las conservadoras o moderadas expresaron su oposición con argumentos que actualmente nos causaría risa, por baladíes. Cándida Ruiz Patrón, por ejemplo, afirmó que «las mujeres no somos física ni moralmente iguales a los hombres, las leyes sólo pueden hacerlas quienes las sostengan con la espada en la mano». 

Otra dama moderada pidió que cuando menos «nos permitan votar y ser votadas en las elecciones municipales». Ante el alboroto y la falta de acuerdo, pidió la palabra Consuelo Zavala. En nombre de las moderadas explicó: «actualmente ni las mujeres educadas están preparadas para votar. Serán las mujeres del futuro las que lograrán derecho al voto y ocuparán cargos públicos» (Anales, página 121).

Y llegó la última sesión del Congreso. Aquel día, veintiocho delegadas radicales presentaron otra propuesta que otorgase el voto a la mujer. Plantearon: 1- Se reformase la Constitución yucateca para que mujeres de más de veintiún años fuesen concejales. 2- Que todas las mujeres mayores de veintiún años tuvieran derecho a votar y ser votadas en elecciones municipales. 3- Que el gobierno estatal gestionara reformas a la Constitución de la República para que las dos propuestas anteriores sean realidad. La tercera petición fue aprobada unánimemente. Las conclusiones finales (presentadas al Gral. Alvarado) señalaron que «en el futuro la mujer podrá desempeñar cualquier cargo público que no exija «vigorosa constitución física». 

Además, reconocieron que «no existe diferencia entre su estado intelectual y el del hombre»; corolarios curiosos acordes a la época que vivían. Al día siguiente de la finalización del Congreso, el periódico La Voz de la Revolución consideró que «con el pretexto de la poca experiencia del profesorado y falta de dotes de la mujer para asumir las responsabilidades que implica el sufragio, los dos más graves errores fueron no abordar con verdadera decisión asuntos vitales como el de la enseñanza racionalista y el voto femenino».

Cualquiera haya sido el resultado de ese Primer Congreso Feminista, tuvo resonancia internacional. Desde Japón llegó una carta el 13 de marzo de 1916, dirigida al Jefe de Propaganda de la Revolución, agradeciendo las noticias del congreso. 

El 4 de noviembre del mismo año llegó una misiva de felicitación de la connotada feminista estadunidense Mary Sheephanks, dirigida a Salvador Alvarado. Ambas cartas las conserva el Archivo General del Estado. 

Sobre ese Congreso Silva Herzog padre definió: «las conclusiones de las mujeres yucatecas en ese congreso, revelaron el espíritu progresista de izquierda que predominaba en aquel entonces en los sectores revolucionarios de esa entidad. Yucatán fue, sin duda, el estado más avanzado de la República en materia social» (Jesús Silva Herzog, Breve Historia de la Revolución Mexicana, Colección Popular número 17, Fondo de Cultura Económica, 1965, página 194).

No obstante, don Salvador Alvarado quedó inconforme. En su Carta al pueblo de Yucatán. Pensamiento Revolucionario, página 223, explicó: «Discutieron temas relacionados con la liberación económica, social y política de la mujer pero, probablemente, por la premura del tiempo y la falta de preparación de algunas congresistas para analizar dichos temas, no pudieron llegar a resoluciones de carácter positivo y algunos asuntos particulares que respondían a un tema radical fueron rechazados».- Carlos A. Sarabia y Barrera, enero 5 de 2022. Continuará. 

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