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Frente al silencio de la infamia se levanta la voz de la historia

Por Miguel Hernández Madero

Ejercer el periodismo es una labor muy difícil. Me refiero al periodismo en serio, no el de aquellos que tasan sus artículos y según sea la dádiva será el héroe o el villano de la nota informativa. De ese tipo de mercenarios de las letras no vale la pena ni hablar.

Me refiero al periodismo realizado desde la trinchera, dando a conocer los hechos, de una manera responsable, labrando día a día un camino que poco a poco avanza hasta conducir a un destino grandioso: el ser testigo de la historia.

Y es que un periodista es en realidad un historiador contemporáneo. Lo que escribe hoy, al cabo del tiempo es un reflejo de la sociedad que le tocó vivir y para la historiografía, forman una valiosa fuente de información para describir el momento, los antecedentes y la realidad de un momento determinado en la historia. Ningún gran acontecimiento es aislado y por ello se van sumando todos los elementos, siendo una valiosa columna la nota periodística.

Muchos se preguntarán ¿de qué sirve una nota periodística? Es sencilla la respuesta. Al exhibir la pobreza de espíritu de quienes se escudan en las sombras, se van levantando muros para evitar que el torrente de la intolerancia y la violencia sin razón se desborde.

No hay peor infamia que aquella que nunca es sabida, pues así la víctima queda desamparada, olvidada de todos y sin defensa alguna, condenada al olvido, en un sacrificio estéril.

Levantar la voz, es darle vida a quienes han perdido la esperanza.

Y en este sentido citaré al escritor francés François René de Châteaubriand (1768-1848), quien sintetizó la importancia del historiador cotidiano (en cuyo papel encaja el periodista):

“Cuando en el silencio solamente se escucha el roce de las cadenas del esclavo y las órdenes del tirano, cuando es tan peligroso escucharle que ignorarlo, es entonces cuando surge el historiador como vengador del pueblo”.

El registrar la historia de la comunidad, es evitar que se caiga en el olvido.

En estos tiempos, en México, el periodismo parece ejemplificar lo dicho por Chateaubriand, pues como historiador cotidiano los periodistas ven que hay tanto riesgo en escuchar como en ignorar a quien ejerce el poder.

Si se critica al poder, no faltarán los insultos y agresiones; si se guarda silencio, para quienes tienen vocación y vergüenza profesional, es terrible porque hay que enfrentarse a la voz de la conciencia, que es dura e implacable.

Tiempos difíciles, tiempos cuando hay mucho aplaudidor infiltrado en el periodismo, pero son tiempos que han de pasar y la historia pondrá las cosas en su lugar.

Hasta la próxima…

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